El penitente

Tarde te diste cuenta. Eres un ser humano. Cometiste errores, los cometes, y los cometerás. Despojaste al Universo de Dios, y ahora miras tus ojos vacíos, que han aprendido a llorar. Descubriste que llorar puede doler.

Contemplas la capa de superhéroe, que ya no te queda, en un rincón de tu mente, iluminada solo por recuerdos. Como en ese sueño, ves la máscara debajo de tu cama, con la piel de tu rostro adherida a ella, verde y seca.

Tarde corres al espejo, y tocas tu cara para ver si es verdad, pero tu rostro no muestra signos de las heridas. Ellas están en tu alma; tranquilo, nadie las verá.

Quieres llenar el espacio, retroceder el tiempo, mostrarle que eres un hombre de carne, huesos, y sentimientos. Fracasas para demostrarlo, gritas de dolor, te consumes de pena para convencerte.

Tarde te conviertes en penitente, con los brazos abiertos, de cara al viento, al sol del oeste. ¿Es para pedir piedad, o para abrazar la vida, la vida que negaste, la vida que te negaste?

No hay pájaros que se apiaden de tu apariencia. No te quedarás quieto esperando primaveras, espantando dicha, porque ya es tarde.

Deja que el perro sea el cancerbero del territorio. Junta los compañeros presentes, invoca a los ausentes, aferra el movimiento de tu alma.

Solo hay tiempo para elegir un Camino en la encrucijada. Escucha tu corazón. Y marcha, en el crepúsculo otoñal, con la Fe que nunca perdiste. Para eso, aún no es tarde.


"El joven Napoleón temblaba como una vara verde durante los feroces bombardeos del cerco de Toulon.
Un soldado, al verlo así, lo comentó con los demás:
- ¡Mirad, está muerto de miedo!
- Si -respondió Napoleón-. Pero sigo combatiendo. Si tú sintieses la mitad del pavor que yo siento, ya habrías huído hace mucho tiempo."
Paulo Coelho - Maktub