lunes, febrero 19, 2007

Una historia para olvidar


El quería olvidarse. Olvidarse de lo que ocurrió, de lo que hizo... olvidarse de él mismo. Durante años tejió pacientemente la telaraña que lo alejaría de ese día, que lo aturdiera para acallar su voz interna que lo arrastraba a la fría costa de la culpa.

Una puerta entreabierta por un zapato era su fiel: debería llegar el día en que pudiera pasar por allí sin tocar la madera, como prueba de que su olvido comenzaba a transformarse en desaparición. Sin un adiós cobarde, trabajada en cada segundo con esfuerzo, amnesia de pasado y de futuro; debía ser el olvido de cada uno de los segundos, descendientes de los dias fatales.

Funcionó durante un tiempo, ayudado por cambios de husos horarios, costumbres y compañías. Se encomendaba a suertes cada vez más complejas, donde el arte del peligro y la desaparición solo dejara lugar al vacio de la ausencia. Sombra sin búsqueda de dueño.

Tomó por asalto su corazón una noche; con un poder extraño, Ella desmadejó cada hilo, violó cada protocolo de seguridad, abrió cada costado. La luz de Sus ojos barrió las tinieblas. Con un nuevo vigor, él supuso que estaba en derecho de rehacer algo parecido a una vida.

La puerta abierta lo arrojó a la confusión primero, a la felicidad luego, y al terror despues.

¿Qué pasaría ahora que sentía sus latidos nuevamente, que una sonrisa lo despeinaba cada mañana, que habia un mañana lejos del despues? ¿Qué ofrecería a esa Mujer, habiendo empeñado su vida en existir solo para evadir pasando por entre las hojas de las ventanas?

La desesperación de la parálisis avanzó por su cuerpo, por sus sentidos, por su mente. Alejado de todo, volvió al rincón más oscuro, donde solo encontró una pregunta. Arrinconado en esa inmensa nada, cada vez que alguien veia su cara o mencionaba su nombre, su corazón se estrechaba con un llanto inexplicable. ¿Cómo podría seguir allí? ¿Cómo podría salir de allí?

Tal vez Ella pudiera olvidarlo, para demostrarle que el olvido existe.

O quizás, el olvido es un vano empeño en un destino al cual no tenemos derecho.

Hoy amaneció: Ella ha de haber despertado.