miércoles, septiembre 27, 2006

Las monedas, el Azar, y un Destino

Niña, déjame que te cuente una historia.

Durante una batalla, un general japonés decidió atacar aún cuando su ejército era muy inferior en número. Estaba confiado que ganaría, pero sus hombres estaban llenos de dudas. Camino a la batalla, se detuvieron en una capilla. Después de rezar con sus hombres, el general sacó una moneda y dijo, "Ahora tiraré esta moneda. Si es cara, ganaremos. Se es cruz, perderemos. El destino se revelará". Tiró la moneda en el aire y todos miraron atentos como aterrizaba. Era cara. Los soldados estaban tan contentos y confiados que atacaron vigorosamente al enemigo y consiguieron la victoria. Después de la batalla, un teniente le dijo el general, "Nadie puede cambiar el destino"."Es verdad", contestó el general mientras mostraba la moneda al teniente, que tenía cara en ambos lados.

Y ahora recuerda. Era una noche de primavera. Tenía en mi mano izquierda una moneda, y otra en mi mano derecha. No sabía cual tenía la moneda de dos caras, y cual guardaba una moneda corriente.

Rezamos juntos en la capilla de tu Amor; extendí mis brazos, cerré los ojos, abrí mi Alma. Me miraste a los ojos, tomaste tu arco y lanzaste tu flecha directo al corazón.

Caí de espaldas, y solté las monedas. Un dolor terrible partía mi pecho en dos. Abrí los ojos, para ver mi última Imagen. Solo el cielo, las estrellas, y mi dolor. Ninguna Luz Cegadora a la que entrar.

Pero no manaba sangre; comprendí que mi dolor era de la Intuición de mi propio Destino.

Busqué tu rostro, busqué tu arco. Solo la noche, las estrellas, y mi soledad.

La Luna comenzaba a asomar sobre los pinos. Busqué las monedas; una había rodado lejos y la vi caer al precipicio del Futuro. La otra yacía a unos pasos, frente a mí. Su brillante faz revelaba una cara. Era tu cara.

Sonreí; apreté las astillas de tu flecha, para que se hicieran carne en el Pasado de mi pecho. Sobre la moneda, construí con piedras un Altar: el Altar del Aquí y Ahora.

Luego, olvidé lo más rápido que pude ese lugar, a salvo de los geógrafos de la Duda. Pero también descubrí que había olvidado la Sonrisa.

Ahora busco la Capilla, busco el Altar, busco la moneda. Busco mi Destino, que tal vez sea el de morir en batalla, por tu amor. O el de vivir preso de mi mismo.


O tal vez solo sea el de mezclar bebidas inapropiadas...

5 comentarios:

Fantomas dijo...

Muchísmas gracias, Zorrita; de tan solitaria, sos la única que visita mi blog (a decir verdad, ¡no lo he comentado con NADIE! me da un poco de vergüenza, que se yo)

Pero importa la calidad, y no la cantidad, salvo que hablemos de tinto en tetra break.

Valoro tus comentarios; viniendo de alguien con tu sensibilidad y delicadeza, son gratificantes. ¡Gracias de nuevo!

Sobre mis palabras, las escribí con tristeza, un poco de esperanza y no sin cierta duda sobre si tenía derecho a dejarlas.

Besos. Y una caricia para tu alma (perdón por el atrevimiento)

Fantomas

Naty dijo...

Bueno, aqui llego cantando bajito... pasé a ver como estabas y te encuentro triste y perdón que lo diga tan así nomás, pero que tristeza hermosa... palabras que llegan al alma.

Para lo que necesite.

Besotes.

Fantomas dijo...

Extrañaba tu dulce mirada por estos mares de esmeralda, Naty.

Gracias por tu atención y por tus palabras.

Fantomas

(PD: ¿alguien lee los comentarios a los comentarios? Necesito consejos de viejas jóvenes bloggeras)

Naty dijo...

Já... somos dos... y bajo hasta acá buscando las respuestas...

Ay, me ponen colorada sus palabras.

Besos

Naty

Fantomas dijo...

Zorrita, sos muy amable, en serio.

Naty... ay Naty... despues de lo que leí en tu blog, sobre ese piropo...

Vuestro.

Fantomas